Un día en el museo de Antropología
Eva
Dolores Rivera Arroyo
Un
jueves decidí ir de visita al museo de Antropología en la ciudad de Xalapa, a
continuación les contaré mi experiencia y mi opinión acerca de este lugar.
Cuando
llegue al museo me atendió una señorita en la entrada que fue la encargada de
cobrarme, posteriormente pase a dar mi recorrido por las 6 salas con las que
cuenta el museo, había dos personas que si tenías una duda sobre el museo
podías consultarla con ellos.
Mi
recorrido tardo el tiempo que yo decidí, ya que iba observando las figuras que
había dentro de cada una de las salas, cuando alguna me llamaba más la atención
la observaba con detenimiento y leía cuidadosamente la descripción que tenía,
para saber que era y cuál era su función en esa época.
Fui
tomando algunas fotos para recordar todo lo que observe dentro del museo, sobre
todo de las representaciones de las casas o pequeñas ciudades, ya que están
representadas de manera muy clara y con todos los detalles que tenían.
En
cada una de las figuras y representaciones de las viviendas de los olmecas
había una pequeña descripción, en la que explican el nombre de la figura, el
año en el que existió, el lugar en el que se encontró y una pequeña reseña
sobre el uso que se les daba.
En
la entrada de cada una de las salas había un banderín en el que estaba escrito
de que año a que año eran las figuras que ahí encontramos. En las paredes de
todo el pasillo central están pegadas las descripciones de los lugares que
fueron habitando los olmecas y cuáles fueron los cambios que sufrieron: las
figuras, los cráneos de las personas, los dioses y las cabezas.
El terreno
en el que se encuentra el museo es muy amplio y cuenta con muchas áreas verdes,
sin embargo solo se ocupa el espacio donde hay construcción, ahí se tiene
montado el museo como tal y las oficinas. Considero que el lugar si es el
adecuado pero podría hacer uso de los espacios de la terraza trasera o de las
áreas verdes para crear otras salas que impliquen más la manipulación, por
ejemplo.
Lauro
Zavala en su lectura de “El paradigma emergente en educación y museos” nos
habla de dos paradigmas para la educación museográfica.
El
primer paradigma que nos presenta es:
El
paradigma tradicional sostiene que: el museo es un apoyo que complementa la
educación formal, el objetivo de la visita es la obtención de conocimiento, lo
esencial de una exposición es su contenido, el museo aspira a presentar el significado
natural de las cosas, las exposiciones aspiran a la objetividad, la experiencia
educativa se produce al ofrecer al visitante una representación del mundo clara
y convincente, la experiencia educativa durante la visita se reduce a la visión
y el pensamiento, la experiencia educativa se apoya en la autoridad de los
expertos, el museo es una ventana para conocer otras realidades, y la
experiencia museográfica consiste en recorrer la exposición dentro del museo.
(L. Zavala, 2006, pág. 130).
El
segundo paradigma de la educación museográfica es:
El
paradigma emergente, sostiene que : el museo ofrece una experiencia educativa
independiente de la educación formal, el objetivo de la visita es múltiple y
distinto en cada experiencia concreta, lo esencial de una exposición es el
diálogo que se produce entre el contexto del visitante y la experiencia de
visita, el museo debe mostrar el contexto social que produce el significado, el
museo debe dar cabida a la subjetividad y la intersubjetividad, la experiencia
educativa se produce cuando el visitante satisface sus expectativas rituales y
lúdicas durante la visita, la experiencia educativa durante la visita involucra
las emociones y las sensaciones corporales, la experiencia educativa se apoya
en la participación activa del visitante, el museo ofrece al visitante la
construcción particular de una realidad simbólica autónoma y la experiencia museográfica
consiste en dirigir una mirada museográfica a cualquier espacio natural o
social. (L. Zavala, 2006, pág. 130).
Siguiendo
los dos paradigmas que menciono anteriormente, considero que el museo de
Antropología se encuentra en un paradigma tradicional, ya que las personas que
fungen como guías solo explican lo que ya está escrito en las descripciones y
no permiten el dialogo entre visitante-guía, las piezas que se exponen son las
que se encontraron en los poblados donde habitaron los olmecas, la mayoría
están tan cual, la única representación a escala es la del “Tajín” pero no se
permite que los visitantes toquen nada de lo que está en exposición.
La
finalidad con la que la mayoría de las personas visitan este museo es obtener
un conocimiento en específico y esto hace muy aburrida la visita, los
adolescentes y adultos son quienes más visitan el museo, ya que el espacio no
está adaptado para que los niños puedan obtener un conocimiento de manera más
lúdica.
Como
antes lo mencione el museo cuenta con una terraza trasera que no se ocupa, solo
tienen tres sillas y una pequeña mesa, considero que ese espacio podría ser
utilizado para colocar algunos areneros y ahí esconder las figuras a pequeña
escala para que se diera la oportunidad a los visitantes de escarbar y
encontrarlas (representar lo que tuvieron que hacer para encontrar las figuras
reales).
Dentro
del museo hay algunas salas que podrían juntarse y no es necesario que estén
separadas, ya que el espacio de una es
suficiente para que acomoden las piezas de las dos, la que se desocupe la
podrían convertir en un espacio para montar algunos talleres sobre esta
cultura, en ellos podrían hacer las figuras, utensilios, viviendas, etc. Que se
utilizaban, así como ir creando su propia historia.
Por
otro lado, a las áreas verdes no se les da ninguna utilidad y se prestan muy
bien para explicar toda la historia con ayuda de un cuento motor, lo más
importante de esta idea es que no es útil solo para niños, si no para personas
de cualquier edad.
Las
ideas que propongo para cambiar de paradigma tradicional a uno emergente
ayudará a que la experiencia de los visitantes sea mucho más significativa, lo
más importante es la interacción que existe entre el museo-visitante, el museo
incluye todo lo que forma parte de él (guías, piezas en exposición, áreas,
etc.).
En
mi opinión, la visita a los museos debería ser una de las primeras opciones
para enseñar historia de una manera más dinámica, creando en los alumnos un
pensamiento histórico y ayudándolos a que ellos mismos construyan su
conocimiento por medio de la observación, interacción y manipulación.
Los
museos pueden ser la herramienta más importante para enseñar historia, siempre
y cuando aprendamos hacer el uso adecuado de ellos y que estén parados en un
paradigma emergente.
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